Sus creaciones se consideran verdaderas obras de arte, verdaderos cuadros tridimensionales en donde los distintos colores y las distintas texturas se consiguieron a través de la utilización de diversos elementos plásticos tales como agua, piedras y plantas.
Para Burle Marx pintar y diseñar paisajes eran manifestaciones de un mismo impulso creador caracterizado por la composición libre y la abstracción (el jardín como arte). Creía, además, en el compromiso social y pedagógico de la obra de arte, en la capacidad que puede tener un jardín para despertar la sensibilidad artística de las personas que lo contemplan y lo usan (el arte para el pueblo).
Amante de la cultura brasilera, Burle Marx logró, junto a otros artista brasileros de su generación, que poco a poco se dejaran de copiar los diseños europeos para que se empezara a valorar lo autóctono, lo tropical.
Roberto Burle Marx
Vista aérea del Paseo de Copacabana, Río de Janeiro, Brasil
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