Vemos
nuestro mundo común hecho de cielo y mar, de árboles, hierba, hojas, tierra,
día y noche; este es el mundo de la naturaleza. Vemos el mundo que hacemos
nosotros, un mundo de ciudades, aviones, casas, máquinas; éste es el mundo de
la manufactura y la complejidad de la tecnología moderna. Aprendemos a
comprender todo esto de manera instintiva y psicológica para poder sobrevivir.
Sea instintiva o psicológica, gran parte del proceso de aprendizaje es visual. La
vista es la única necesidad para la comprensión visual. Vemos y comprendemos lo que vemos, de modo que
los problemas los resolvemos de la manera en la que vemos. Para Leonardo da
Vinci, un pájaro significaba volar, y su investigación le llevó a intentar la
invención de máquinas voladoras. Vemos un pájaro, por ejemplo una paloma, y
esto tiene significado de paloma o el de paz. El visionario no se detiene ante
lo evidente; ve más allá de la superficie de los hechos visuales, llegando a un
significado más profundo. Todos nosotros podemos obtener esta información
visual mediante los diversos niveles de la experiencia directa del VER. Desde
la respuesta “veo un pájaro” a “veo volar”, toda experiencia visual esta
sometida a la interpretación individual, todos nosotros somos únicos.
Lo que vemos
nos genera una sensación, lo cierto es que sin luz no hay sensación. Es un
hecho comprobado que vemos un objeto sólo a causa de la luz que refleja. Esta
luz llega a la retina con una trama de diferentes cualidades y cantidades que
el cerebro registra como esquema de energía. Todo ello constituye la base de la
percepción. Y las formas que vemos son por el contraste de energías bajas y
altas que se funden. El contraste es necesario para ver las formas. Pero siempre
se van a percibir formas y sensaciones gracias a la luz. Aunque… sin la
oscuridad no se apreciaría el brillo de las estrellas.
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