Especies en el ártico polar.
Las condiciones para el crecimiento de las especies en el ártico polar son muy variadas. Por un lado, las “plants communities” hacia el sur pueden ser muy ricas y variadas; caracterizadas por pequeños árboles y especies arbustivas de bajo porte. Cuanto más hacia el norte uno se vaya moviendo, la vegetación se ve más reducida y escasa, hasta encontrarse con un verdadero desierto; aquí las plantas se encuentran esparcidas a lo largo de un terreno rocoso, donde prevalece el Liquen. La única “alfombra” de flores se encuentra debajo de los acantilados de las aves.
Durante los meses de invierno, las plantas necesitan descansar bajo la nieve y prepararse para emerger tan pronto la temperatura aumenta lo suficiente para favorecer su crecimiento. La mayor parte de las especies de plantas tienen su época de floración al finalizar el verano, luego se protegen del invierno y se preparan para principios de primavera.
Para sobrevivir a las bajas temperaturas y los vientos helados, las plantas crecen cerca del suelo y muchas están compuestas por hojas pequeñas para detener la evaporación. Al crecer formando matas, las plantas se protegen de los vientos y el follaje verde oscuro de alguna de ellas, permite que reciban calor rápidamente, por lo que también el aire entre el follaje se vuelve más cálido (muchas veces alcanza hasta 20°C por sobre la temperatura ambiente, proporcionando una gran ventaja para la planta).
La mayor parte de las especies cuentan con estrategias de supervivencia:
La Silene acaulis tiene una raíz primaria muy profunda y coloniza el suelo dando una cobertura a las especies menos robustas.
El Sauce ártico (Salix arctica) se encuentra distribuido por todo el ártico en sus múltiples formas. Sus tallos, aunque no son de gran porte, tienen cientos de años y generan un bosque de menos de 6 cm de alto.
Tanto la Dryas octopetala, con su flor en forma de tazón, como la Papaver radicatum siguen el recorrido del sol para optimizar su calor. Son a su vez, un lugar de reposo popular entre los insectos polinizadores, ya que el calor se concentra en el centro de la flor. La Cassiope tetragona se desarrolla en orificios protegidos por una cubierta de nieve en invierno; que por otro lado, paga el precio de tener un período de crecimiento más corto mientras espera que la nieve se derrita.
La especie Pedicularis sylvatica, protegen sus preciosas flores con mucha cantidad de pelos plateados, dando una sensación de estar utilizando una cubierta térmica. Pero si de cubierta térmica hablamos, la más impresionante la ofrece una herbácea que se halla en el sub-ártico llamada Senecio congestus que alcanza el metro de altura y está cubierta con un largo pelaje blanco.
Líquenes y briofitas.
Estas especies se ven beneficiadas por las condiciones que presenta el ártico, en áreas donde parece no percibirse señales de plantas vasculares. Las mismas son de crecimiento lento y cualquier daño que se les cause tomara décadas para lograr nuevamente su crecimiento.
En ocasiones, el suelo del extremo norte se cubre de líquenes negros.
La delicada Cladonia rangiferina (que en realidad es un liquen) crece mejor en el bajo ártico donde puede cubrir todo el suelo con sus luminosos y esponjosos tallos de colores claros.
Existen también otros líquenes de hojas naranjas brillantes (Xanthoria elegans) en lugares donde hay movimiento de aves, cuyos excrementos han fertilizado durante generaciones las superficies de las rocas.
FUENTE ORIGINAL:
TRADUCCIÓN: Sam Fonseca.
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